El esquema de potabilización de aguas superficiales se basa en un control riguroso de calidad definido por la OPS/OMS como “el conjunto de actividades continuas realizadas por el abastecedor para verificar que el agua suministrada cumpla con la legislación”. ANDA garantiza este control mediante monitoreos continuos, análisis físico-químicos y microbiológicos, inspecciones sanitarias desde la fuente hasta el usuario, y buenas prácticas en el control operacional.
Estas acciones, integradas por diversas dependencias de ANDA, aseguran que el agua sea segura y confiable para los usuarios, cumpliendo con la Norma Salvadoreña Obligatoria NSO 13.07.01.04 sobre agua potable.
Un alto porcentaje del agua proviene de mantos acuíferos ubicados a más de 150 metros de profundidad, donde el agua pasa por filtros naturales formados por las capas del suelo. Estas aguas cristalinas o puras requieren únicamente desinfección para eliminar microorganismos patógenos y garantizar su calidad como agua potable.
ANDA complementa la distribución de agua con mantenimiento preventivo de equipos de cloración, limpieza de tanques, cisternas y captaciones, además de inspecciones operacionales. Diariamente, se controlan los niveles de cloro residual, la dosificación de productos químicos y se monitorean los procesos en las plantas potabilizadoras.
El agua es captada del río en la bocatoma y pasa por rotofiltros para retener partículas mayores a 0.5 mm. Luego, en los tanques de mezcla y floculación, se agrega sulfato de aluminio para formar flósculos, que sedimentan en los decantadores. El agua limpia fluye hacia filtros de piedra, grava y arena, donde queda clara pero aún no potable. Finalmente, en la etapa de cloración, se agrega cloro para eliminar bacterias, obteniendo agua potable lista para ser bombeada y distribuida a través de la red de acueductos.